A partir de la técnica del collage, y utilizando particularmente el concepto de la fragmentación, que por lo general se define como la separación de un todo o la pérdida de una unidad mediante la división en partes irregulares de una especie de puzzle, el artista redispone las piezas en el espacio para otorgar una nueva significación a la imagen.
Durante este proceso creativo, el azar juega un rol fundamental, como cuando se rompe un jarrón en mil pedazos distintos: aunque intentemos reconstruirlo incesantemente, pieza por pieza, algo ha cambiado y ya no es posible devolverlo a su forma original, sino que siempre resulta algo nuevo. Un mecanismo misterioso e indescifrable ha convertido el objeto en otra cosa, cuya funcionalidad podría apreciarse sólo en el ámbito del arte, no en la cotidianidad previa.
En la selección que implica el ejercicio de tomar un segmento del mundo real para introducirlo en el mundo del arte, es posible observar la belleza implícita de las imágenes de interés y, en ese momento clave, surge la duda, el riesgo que implica el sacrificio de aquella belleza, pero luego desaparece el temor al objeto deseado y el miedo a destruirlo.
Son imágenes provenientes de revistas de apariencia banal o insustancial, una serie de recortes variados, que mezclan la naturaleza con la humanidad violentamente y que sucumben a la mente más rápida que el ojo, creando paisajes de confusión, extrañeza y disturbio de la percepción.
El cine manipula la mente de los espectadores, siendo un juego en que ambos bandos son partícipes. El espectador se instala desde una perspectiva lúdica ante el producto del montaje. Asimismo, las piezas del collage requieren que el espectador, complete mentalmente la imagen y rellene los espacios faltantes.